Congodia

A lo largo de 617 endecasílabos y heptasílabos enlazados entre sí por rimas asonantes y consonantes, esta oda evoca el fabuloso partido de fútbol entre la selección nacional de un país africano y un combinado multinacional de mercenarios al servicio del imperialismo. Disputado en un estadio con capacidad para 120 mil espectadores construido en medio de la selva, sobre el cráter de un volcán activo, se trata del único antecedente que se conozca de la utilización del fútbol para dirimir cuestiones de soberanía nacional. El poema se mueve entre dos tradiciones históricas que terminan por juntarse: la de la literatura universal, desde las odas de Píndaro a las novelas de Fontanarrosa, pasando por el Siglo de Oro español y llegando a la poesía argentina actual, y la del fútbol contemporáneo, con sus códigos y su idiolecto internacionales. Si el tema deportivo remite a los epinicios de la poesía griega antigua en alabanza a los vencedores en los juegos olímpicos, la forma imita —con libertades— las composiciones barrocas del Renacimiento. El argumento se sirve, en cambio, de una obra de ficción argentina publicada en 1984, El área 18, del popular escritor, dibujante y humorista rosarino. En cuanto a la historia y la jerga del fútbol, sus temas son de dominio público y es habitual que otros discursos recurran a ellos para dar un ejemplo, hacer comparaciones y chistes o deslizar sobreentendidos. La poesía argentina reciente no escapa a ese fenómeno ni se reduce a él, sino que lo incorpora a un horizonte más amplio de apropiaciones de la cultura de masas. Parodia a su vez de la alta literatura, Congodia, escrita a cuatro manos por Agustín Alzari y Matías Piccolo, aliana los distintos niveles como la lava de un volcán.

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